En sus primeras acciones al frente de la Iglesia Católica, el papa León XIV empezó a trazar un camino propio y diferenciado del que siguió su predecesor, el papa Francisco. Una de las medidas más comentadas es la reactivación de una antigua tradición: el pago extraordinario al personal del Vaticano durante el periodo de sede vacante. Esta bonificación histórica había sido suspendida en 2013, en el inicio del pontificado de Francisco, como parte de un programa de austeridad.

Con la decisión de León XIV, cerca de 500 trabajadores de la Curia, los museos, la biblioteca, la farmacia y los medios de comunicación vaticanos recibieron una bonificación de 500 euros cada uno. El monto total desembolsado ronda los 2,5 millones de euros, que se reflejaron en las nóminas salariales de finales de mayo.

Una tradición que vuelve: del silencio de Francisco al gesto de León XIV

En su momento, Francisco decidió eliminar esta gratificación económica argumentando la necesidad de austeridad financiera y mayor transparencia, redirigiendo esos fondos a obras de caridad. El entonces portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, justificó que “no era apropiado asumir pagos extraordinarios dentro de un clima económico complicado”.

León XIV, sin embargo, optó por restablecer esta tradición en un claro gesto de reconocimiento a los trabajadores del Vaticano. En su primera audiencia con el personal, el nuevo pontífice expresó su deseo de “mantener viva la memoria de la Sede Apostólica” y agradeció “el compromiso silencioso y constante” de quienes garantizaron la continuidad institucional durante el proceso de transición.

El impacto del bono y una señal institucional

La reintroducción de este pago único fue bien recibida en los pasillos vaticanos. Si bien no implica un ajuste salarial sostenido, representa una señal simbólica importante en un contexto de déficit presupuestario estimado en más de 70 millones de euros.

Analistas señalan que este tipo de decisiones podrían formar parte de una estrategia más amplia del nuevo pontífice, en la que busca reforzar la moral interna y marcar una diferencia de estilo con su antecesor, sin renunciar del todo a la línea económica de contención que caracterizó al pontificado de Francisco.